
Por: Henry Fallas Fallas
Decía mi abuelo que al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, hoy que vivimos en tiempos que cualquiera se atrevería a escribir en piedra que el mundo está de cabeza, no hay mejor momento que en medio de una crisis para encontrar algo de “sombra”, para cobijarnos de tanta tempestad.
Siguiendo con las historias de mi abuelo, lo recuerdo hace más de 25 años, dando semejante retahíla unas 7 u 8 calles arriba de la que estábamos “cosechando” mis dos hermanos y yo, en nuestras “vacaciones de verano”; a quien se atreviera a desafiarlo en cuanto a sus razones, para entregar el 100% de su producción a una de las cooperativas de café en la zona de los santos.
Dentro de su visión la unión entre los productores locales, fortalecería a las empresas cooperativas, para poder competir en igualdad de condiciones contra las trasnacionales, y así afectar a largo plazo de manera positiva el precio de la fruta, al mismo tiempo que las empresas locales crearían fuentes de empleo conforme ampliaran las etapas de industrialización del café, incentivando el comercio local y creando una economía solidaria a las nuevas generaciones.
También decía mi abuelo; “no todas son maduras” y si alguien puede decir que las cosas grandes son difíciles, es quien en algún momento le dio inicio a su emprendimiento para convertirse en productor de café, si alguno de mis lectores no cree lo que relato, puede preguntarle a esos valientes hombres y mujeres que, se subieron en la “segunda ola” del café de la región de los santos y dieron un paso al frente; creando las pequeñas industrias del café, lo que hoy conocemos como los micro beneficios.
Lo digo porque he visto y ayudado a mi padre cuando se lo lleva el carajo, tapando las camas africanas en medio aguacero, intentando que el café que el mismo cosechó y procesó algún día llegue “a punto” gracias al calor del sol, para lograr llevar este pedacito de tierra a recorrer el mundo.
Mientras escribo la hoja de borrador de texto va subrayado todas las palabras que deje sin tildar, en tanto una pantalla emergente me recuerda que en 10 minutos tengo que darle clic al enlace de mi próxima reunión con un cliente al otro lado del mundo, al que intentaré convencer de que en un pequeño lugar de la zona de los santos, producimos un café de manera sostenible, que sabe a Dios mismo, esto en tanto el comprador dentro de la reunión virtual, logre entender algo, con mi nivel de inglés que es digno de quien en lugar de ir a clases, se fue a transitar por una famosa calle de San Pedro de Montes de Oca.
Quien aún esté leyendo se preguntará, cuando iniciaré a argumentar algo de la denominación de origen, pero no puedo empezar sin dejar claro que en mi familia el café es algo más que una simple bebida, y sin dar las gracias a todos los que en algún momento trabajaron por el sueño de la denominación de origen del café de la región cafetalera Tarrazú y en memoria de a quien desde el cielo espera ver, el fruto del esfuerzo de la próxima generación que con mucho esmero sin saber enseñó.
En mi opinión, la denominación de origen, debe ser la marca estandarte de la mayor parte del café de la zona y digo de la mayor parte, porque como sucede en todas las agroindustrias, existen materias primas que no pasan los parámetros mínimos aceptables de calidad, y hasta que no logremos diferenciar nuestra región cafetalera de las del resto del país, no faltará quien quiera sacar provecho de la situación.
Desde mi perspectiva los clientes pueden pagar lo justo por un producto diferenciado y de calidad, pero desean algo más que un certificado de origen en un producto, ellos buscan toda una experiencia que debe construirse sobre otros pilares además del origen, lo que me lleva a pensar en un caso de éxito como lo es para mí la marca país, llamada “Esencial Costa Rica”, que es un esfuerzo de PROCOMER para posicionarnos , como un pequeño país con una gran visión, “A small country with a huge vision” es el lema de cuanta misión comercial se realiza con el objetivo de conectar productores costarricenses con compradores de producto y valor agregado, pues para PROCOMER Costa Rica no es un País es: excelencia, sostenibilidad, innovación y progreso social, pilares fundamentales para diferenciar nuestra oferta país.
No puedo terminar sin invitar a todos los que al igual que yo llevan granitos de café en lugar de sangre en sus venas, a proponer y debatir alrededor del tema, es nuestra responsabilidad entregarles a nuestros hijos una región cafetalera sostenible y próspera, aún mejor de la que recibimos de nuestros padres, quizá en algún comentario de esos logre encontrar la inspiración que necesito para escribir sobre mi particular forma de ver el café del futuro.
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